La castidad o pureza -"santa pureza"- es la virtud por la que gobernamos nuestra facultad sexual según la razón y la fe. Con ella defendemos el amor de los riesgos del egoísmo y de la mera animalidad, y alcanzamos la armonía y la paz interior. Puede ser difícil comprender -y más difícil practicar- esta espléndida virtud en un medio contaminado de sensualidad. La sexualidad, no es, sin duda, la dimensión más importante de tu vida, pero constituye ciertamente un campo neurálgico, un terreno delicado en el que afluyen los interrogantes. En la actualidad, al establecer relaciones interpersonales como el noviazgo, ideas como el respeto a la otra persona, el bien del otro, la integridad física y emocional, han perdido valor; parece que lo importante es disfrutar al máximo del otro, es decir, llegar a tener relaciones sexuales (genitales) sin compromiso ni promesas de establecer una unión de por vida, o gozar y disfrutar ahora, utilizando todo tipo de preservativos o anticonceptivos sin pensar en las consecuencias del mañana.